A pesar de todo, decir sí a la vida, Viktor E. Frankl

A pesar de todo, decir sí a la vida, Viktor E. Frankl

A pesar de todo, decir sí a la vida, Viktor E. Frankl. una reflexión profunda sobre el sentido de la vida, incluso en medio del sufrimiento, escrita por el creador de la logoterapia.

Simplemente con un optimismo barato hoy ya no se puede dejar atrás lo que los últimos tiempos han traído consigo.

Pero, a pesar de este nihilismo, a pesar del pesimismo y del escepticismo, a pesar de la mediocridad de un realismo que ya no es «nuevo» sino obsoleto, nosotros tenemos que esforzarnos para conseguir ahora una nueva humanidad.

Aunque ciertamente durante los años pasados nos hayamos desencantado, esos tiempos también nos han demostrado que lo humano es valioso, nos han enseñado que todo depende del ser humano.

¡Lo que a pesar de todo sobrevivió fue «solamente» el ser humano! Pues fue el ser humano el que sobrevivió en medio de toda la inmundicia del pasado más reciente.

Los sentimientos, como es bien sabido, no constituyen argumento alguno.

Como suele decirse, «no se está en el mundo para la diversión». Y esto vale tanto para el sentido del ser como para el del deber.

Ciertamente existe también en la vida alegría, pero ésta no puede ser perseguida, no puede ser «querida» en cuanto que tal alegría, ella debe encontrar su acomodo sobre todo por sí misma, al modo como se produce una consecuencia.

Fue Kierkegaard quien pronunció la siguiente sabia alegoría: «La puerta de la felicidad abre hacia fuera», lo cual significa que se cierra precisamente para quien busca impetuosamente la felicidad, es decir, para aquel que intenta forzar la puerta de entrada hacia ella.

La pregunta ya no podía seguir siendo «¿ Qué me cabe esperar todavía de la vida?», sino únicamente esta otra: «¿ Qué espera la vida de mí, qué deber, qué tarea me espera a mí en la vida?».

El mero hecho de vivir no significa en sí mismo sino ser preguntado, todo nuestro ser no va más allá de un responder, de un dar respuesta a la vida.

Un negro, condenado a prisión con cadena perpetua, fue deportado en su día a las islas del diablo. Cuando el barco, que precisamente se llamaba Leviatán, llegó a alta mar se originó un fuego voraz. 10 Sobrevenida esta contingencia, el negro fue liberado de sus cadenas y se implicó tanto en las tareas de salvamento que acabó salvando la vida a diez personas, después de lo cual fue agraciado con el indulto. Yo pregunto: si a este negro se le hubiese interrogado antes de embarcar, es decir, todavía en el muelle de la dársena de Marsella, si podría tener aún algún sentido su vida ulterior, desde luego hubiera tenido que mover su cabeza de un lado a otro: ¿qué le esperaba todavía? Pero ninguno de nosotros sabe lo que le espera todavía, qué gran hora, qué oportunidad única en orden a cualquier tipo extraordinario de actuación le aguarda aún, como a aquel negro que salvó a diez hombres del Leviatán.

Igualmente aquel otro que es capaz de vivenciar a un ser humano. ¿Acaso no conocemos el sentimiento que ocasionalmente se apodera de nosotros ante un determinado ser humano y que, expresado con palabras, a veces nos produce poco más o menos la impresión de que precisamente hay un ser humano en el entero mundo, el único que configura este mundo y crea en él una vida en sí misma tan plena de sentido?

Frankl, V.E. (2016) A Pesar de Todo, decir sí a la vida. Barcelona: Plataforma Editorial SL.

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